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- **El desafecto madura en revuelta activa**
Dios, en su infinita comprensión, permitió a Satanás continuar su acción, hasta que el espíritu de rebeldía maduró en rebelión. Era necesario que sus intenciones se desarrollaran plenamente, para que su verdadera naturaleza pudiera ser vista por todos. Satanás era muy estimado por los habitantes del cielo, y su poder sobre ellos era notoria. El gobierno de el Creador comprendía no sólo a los ángeles, sino de todos los lugares que había creado; y Lucifer pensó que si podía convencer a los ángeles en la insurrección, podría arrastrar también a los resto de la creación. Usando mentiras sutiles y fraudes, su poder de engaño era muy grande. Incluso los ángeles leales no podían discernir del todo su carácter ni ver a qué conducía su obra.
el adversario había sido tan altamente exaltado, y todos sus acciones estaban tan cubiertos de misterio, que era difícil explicar a los habitantes del cielo la verdadera realidad de su conducta. Hasta que no se desarrollara plenamente, el pecado no se revelaría como lo malvado que era. Los seres santos no podían ver las repercusiones de dejar de lado la ley de Dios. El enemigo al principio aseguró que pretendía promover el reconocimiento de el Altísimo y el beneficio de todos los habitantes del cielo.
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- **La verdad contra el engaño**
En su trato con el mal, el Altísimo sólo podía usar la equidad y la claridad. el adversario podía emplear lo que el Señor no podía: la lisonja y el dolo. El verdadero rostro del usurpador debe ser conocido por todos. Debe tener tiempo para manifestarse por sus acciones corrompidas.
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- **El engañador desenmascarado**
La confusión que su propio camino había causado en el cielo, el acusador la cargó sobre el Altísimo. Afirmó que todo problema era el resultado de la autoridad celestial. Por lo tanto, era fundamental que evidenciara la implementación de los modificaciones que proponía en la ley divina. Su propio trabajo debe desenmascararlo. El todo el universo debe ver al engañador revelado.
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- **Justicia y misericordia**
Incluso cuando se decidió que ya no podía quedarse en el ámbito divino, la inteligencia divina no aniquiló a Lucifer. La obediencia de las inteligencias celestiales debe fundarse en la certeza de Su rectitud. Los ángeles y de otros lugares, al no estar preparados para entender las repercusiones del mal, no podrían haber reconocido entonces la equidad y la compasión de Dios en la eliminación de el enemigo. Si hubiera sido eliminado inmediatamente de la existencia, habrían servido a Dios por temor y no por lealtad. La marca del engañador no habría sido completamente destruida, ni el espíritu de rebelión extirpado. Por el bien del todo lo creado a través de las eras eternas el adversario debía manifestar más abiertamente sus intenciones, para que sus acusaciones contra el orden celestial pudieran ser vistas en su verdadera realidad por todos los seres creados.
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- **Una lección para el universo**
La rebelión de Satanás debía ser para el universo un recordatorio de los destructivos consecuencias del mal. Su control mostraría el producto de dejar de lado la ley de Dios. La historia de este oscuro acto de sublevación debía ser una salvaguardia constante para todas las criaturas leales, para preservarlas del mal y su castigo.
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- **La declaración del rebelde**
Cuando se declaró que con todos sus simpatizantes el líder rebelde debía ser echado de las regiones de la bienaventuranza, el acusador confesó audazmente su rechazo por la ley del Creador. Denunció los preceptos como una opresión de la libertad y manifestó su propósito de conseguir la supresión de la norma. Desvinculados de esta limitación, los ejércitos del cielo podrían alcanzar un estado más exaltado de ser.
- **Desterrados del Cielo**
el adversario y su hueste culparon de su sublevación a el Salvador; si no hubieran sido amonestados, nunca se habrían rebelado. Persistentes y rebeldes, pero proclamando irreverentemente ser víctimas inocentes del poder opresor, el enemigo supremo y sus cómplices fueron arrojados del paraíso. Véase Revelación 12:7-9.
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El espíritu de Satanás todavía inspira resistencia en la humanidad a los rebeldes. Como él, anuncian a los individuos la independencia mediante la desobediencia de la voluntad celestial. La denuncia del pecado sigue despertando odio. el maligno empuja a los hombres a justificarse y a obtener el apoyo de los demás en su pecado. En vez de corregir sus faltas, provocan la molestia contra el que los amonesta, como si él fuera la causa de la dificultad.
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Por la misma falsificación del espíritu de el Altísimo que había ejecutado en el ámbito divino, haciendo que se le percibiera cruel y opresivo, Satanás empujó al individuo a caer. Declaró que las inmorales limitaciones de el Gobernante habían provocado la perdición de la humanidad, como habían causado su propia sublevación.
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En el expulsión de el rebelde del reino de los cielos, Dios manifestó su equidad y integridad. Pero cuando el hombre cayó, Dios dio pruebas de su compasión ofreciendo a su Hijo para que se sacrificara por la raza caída. En la expiación se manifiesta el carácter de Dios. El poderoso argumento de la redención demuestra que el error no era en modo alguno atribuible al reino de el Altísimo. Durante el servicio terrenal del Hijo de Dios, el acusador fue revelado. La atrevida propuesta de su demanda de que el Salvador le rindiera homenaje, la constante persecución que lo atacó de un lugar a otro, llenando a los corazones de los sacerdotes y del público a rechazar su amor y a gritar: "¡Crucifícalo, mátenlo!", todo esto causó el asombro y la reacción del mundo celestial. El señor del pecado desplegó todo su poder y estrategia para destruir a el Salvador. Satanás manipuló a los hombres como sus instrumentos para hacer padecer y dolor la vida del Salvador. Los fuegos reprimidos de la codicia y la venganza, del rencor y la hostilidad, estallaron en el monte del sacrificio contra el Cordero inmolado.
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Ahora la condena de el rebelde se mostraba sin justificación. Había revelado su verdadero rostro. Las falsas calumnias de Satanás contra el carácter divino aparecieron en su verdadera naturaleza. Había recriminado a el Creador de ser egoísta al reclamar la sumisión de sus siervos, y había proclamado que mientras el Dios exigía abnegación de todos los demás, él mismo no vivía sacrificio ni hacía renuncia real. Ahora se demostraba que el Rey eterno había hecho el mayor sacrificio que el amor podía hacer, porque "el Padre estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo." 2 Corintios 5:19. Para erradicar el pecado, el Salvador se había entregado y se había hecho obediente hasta la muerte.